Zapatos

Alguien me dijo una vez que si encontrase la lampara mágica de Aladin le pediría al robusto y servicial genio un deseo que me hizo reír " Aguantar todos los tacones todo el día sin dolor " jajaja. 

Me pareció un deseo frívolo e inhumano. 

Yo, después de pedir eso que canta la canción "salud, dinero y amor ..." rogaría por la paz en mundo, que nadie pasara hambre, que ningún niño sufriera.

Pero me puse a pensar en la importancia que puede llegar a tener unos centímetros más.

Esos días en los que te subes a ellos y tu paso se hace firme.

Se te sube la mirada, pisas machacando, y tus piernas se alargan ,,, 

quien no se los haya puesto nunca no sabe lo que se pierde.

Igual ese fetichismo de algunos hombres de ponerse tacones es por pura envidia cuando ven a una mujer arrasando como un tornado al compás del clack - clack -clak.

Abro mi zapatero y veo unas sandalias de plataforma preciosas que me regalo una super-amiga para una boda cuando mi economía sufría los avatares de la crisis, me los pongo y me acuerdo del momento en el que los vimos en una zapatería en León, el momento en el que mis pies se apoyaron en ellos, lo feliz que salia yo con mi caja y las veces que me miré los pies durante aquella boda. Han pasado ya años y me los sigo poniendo y esa sensación continua.

Ahora entiendo a Carrie en Sex in the city, yo quiero un vestidor como el suyo !!!

Por eso cuando una Lady se sube a los tacones, puede con todo.

Hasta limpiar (porque hay que domarlos) me parece un regalo en una mano el plumero, en el otro la escoba, en pijama con una coleta, escuchando a Mónica Naranjo y con unos tacones que a cada golpe te hace sentir mujer y no maruja.

Así que como algo tan simple como unos tacones me hacen sentir tantas cosas, he decidido que estamos de REBAJAS y mi VISA está encerrada en el cajón, me voy.