lunes, 25 de julio de 2011

Confieso que he llorado

Confieso que he llorado ...
¿soy demasiado adulta para ello?
porque cuando digo llorado me refiero a vaciar el agua sobrante de todo mi cuerpo.
Empezó de repente, sin previo aviso.
Primero con lágrimas que salian solas sin provocar ningún gesto en mi rostro, era como un dulce arroyo de agua caliente buscando su cauce.
Tenía el corazón encogido y poco a poco según salian las lágrimas por los ojos se me iban estirando los músculos volviendo segundo a segundo a ocupar toda su capacidad.
Durante todo el tiempo mi mente me colocaba ante un cruce, la señal de la derecha era la opción racional, dejar de llorar y hacer a la lógica la reina de mi imperio; la señal de la izquierda era el camino del sentimiento, del corazón, de la locura y seguir llorando hasta agotar existencias.
Me quedé petrificada en ese cruce y aqui sigo, esperando que vuelva a mi piel el verano y sus risas.
Y volverá con el Petit Bistrot, los Bellini, las llamadas con prefijo 93, las cenas en la pizzeria, la música de los 80 en el Bis, los mojitos , Lyon, las largas cadenas de mails... y sobre todo através de mi querido y ya necesario WHATSAPP, cuya luz roja se ha convertido en mi faro de referencia para no perder nunca el norte sin olvidar el sur.

1 comentario:

  1. Gran literatura en tu llanto, Ana, no es fácil llorar y que el agua no se lleve la razón del llorante o que la sal no tapone las salidas. En tu caso todo sigue en su sitio después de los estados líquidos. Me gusta la solidez con que te muestras, ser capaz de ver el cruce de caminos en ese estado es ya un logro. Verás como encuentras tu lugar y el exacto lugar del resto de las cosas.
    Besos súper.

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